domingo, 9 de diciembre de 2007

La Simonía es Pecado

¡Os ofrezco dinero y vosotros me dais ese poder¡ Esta es una paráfrasis de lo que Simón el mago en la época contemporánea de los apóstoles y en búsqueda de posición, les ofreció para poder sojuzgar a otros mediante la imposición de manos y con ello, transmitir la presencia del Espíritu Santo en cada individuo. Con esta acción se acuña el término “Simonía”.
En el siglo XI, los reformadores clericales dirigían sus esfuerzos principales hacia la erradicación de la simonía y el concubinato. Dejando a un lado el concubinato, que es harina de un costal vecino, la simonía se daba cuando los reyes vendían los cargos de obispos, los obispos vendían los cargos eclesiásticos de que podían disponer y siguiendo esa bonita cadena, los cargos menores también eran objeto de venta y todos eran muy felices. El detalle estaba en que los cargos se distribuían y concedían por un precio y no por méritos. Esto lógicamente derivaba en cadenas de subordinación y la conformación de “roscas de poder” con ineptos que giraban alrededor de muy poderosos individuos con muy poderosos intereses y que en nada contribuían al bienestar del resto del público. Hasta aquí todo es historia.
Si aterrizamos en nuestra realidad guatemalteca post-electoral y dentro del contexto de funcionamiento del estado y sus posibles actores, escuchamos los nombres de los probables jefes de algunos ministerios, y aludiendo a éstos últimos, sabemos que el Ministerio de Energía y Minas en donde se administra entre otros el petróleo cuyo precio está cerca de la marca de los $100 el barril y la onza de oro a $840, el ministerio por dios, -¡es una mina¡ y mineros, abundan.
Para soportar económicamente una maratónica campaña en donde “no hay almuerzo gratis”, el que más dio, más quiere y sabemos, que no alcanzan los huesos para tanto “chucho”.
¡Os ofrezco dinero y vosotros me dais ese poder¡. El que invirtió, quiere recuperar su dinero, sus intereses, su ganancia y algo más. ¡Os ofrezco dinero y vosotros me dais ese poder¡.
El Ministerio de Salud, también es una mina y el que llegue, también quiere recuperar su dinero. Esta es la historia pecaminosa de no acabar. El sistema se ha estructurado de esa manera y “a lo hecho pecho”, dirán los elegidos.
No señores, no señores. Confiamos en que este esquema, no se aplique esta vez para solventar el pago de la deuda política después de dos intentos fallido y un acierto. Si como gobierno se quiere ser congruentes con una eliminación progresiva de la simonía cuyo significado más próximo es “corrupción”, bien haría el Presidente electo incluso por mí, de habilitar los mecanismos anti-simonía que ya existen para que “La Esperanza se convierta realmente en su compromiso” y entiendan todos que la simonía es pecado y el pecado, merece castigo.

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